Viveros en todas las azoteas
Hace unas semanas tuve la oportunidad de visitar el vivero de Guille, espacio que, en una azotea, es un auténtico vivero que, además de contribuir a la reducción de la radiación solar en la vivienda en que se ubica y ser una fuente de producción alimenticia a pequeña escala, representa una opción de economía para los habitantes que cuidan de ese espacio.
La labor de Guille en su vivero tiene muchos años, tiempo en que se ha dedicado pacientemente a cuidar sus plantas; su conocimiento es tal, que conoce prácticamente cada ejemplar y puede dar cuenta del proceso que le ha llevado ese cuidado. Entre las diversas plantas que pude apreciar, recuerdo haber visto cactus, tulipanes, malvones, granadas, limones, papiros, nochebuenas, dracenas, pascuas, caladium, biznagas, nopales, suculentas, bonsáis, orquídeas, bromelias y kalanchoes.
La visita al vivero de Guille, ubicado en la azotea de una colonia popular, en una zona de alta concentración urbana, me hizo reflexionar en torno a una idea que hace tiempo tengo en la mente. Y es que, si poco a poco impulsamos este tipo de proyectos desde la organización comunitaria, en el mediano plazo podemos convertir los techos grises de nuestras colonias en auténticos jardines que, además de contribuir con el medio ambiente, pueden ser espacios de relajación y reflexión, tan necesarios en estos días de prisa y ajetreo.
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